23/9/07

CON LA TINTA DERRAMADA


Estuve a punto de morir electrocutada en una casa que aún no siento mía por culpa de un secador y de mi inseguridad acelerada.
Inmediatamente suena una llamada, al atender me di cuenta que sigo viva.
Al volver de noche acá y allá de día, pregunto: Qué duele más el corazón o el sexo? Qué órgano es independiente de la cabeza que no duele porque construye pero no basta.
Y como hago conmigo, si cada vez que giro la llave mi gata le va a maullar como puta al vecino.
Cómo le explico que esas ganas se las preste a otras camas. Que hay novias inventadas cada noche para el día a día.
Seré mayor cuando ya no me ilusione, ilusa...
Mi nervio óptico creyó que golpeándome contra la pared iba a ver mejor y no sentir, pero sigue la ebullición por más que apague la ceniza con los tacos y me quede sin gas para enfrentar.
Ultima-mente en mi cabeza anda metida la imagen de abofetearle, porque si, sin razón, como un ensayo, a modo de prueba y error, para poder saber que se siente. También quiero.
Ahora voy sabiendo porque se disparaba ese imaginario. Las ganas de... Mi ficción una vez más me supera realmente y una vez más me despierta a bofetadas un sueño erótico y no logro recordarlo...
Duele a solas en casa, quizá por eso se levanta el viento mientras yo me acuesto, quizá se estén amando.
Yo, lo haría.
Y lo mejor de todo esto es que el secador sigue funcionando.

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