
El príncipe que me tocó en mi cuento es ciego, porque no me ve y por eso no me encuentra, sordo, porque no escucha cuando le llamo a gritos mudos, cobarde, porque le doy miedo y por eso se esconde, tonto, porque no sabe cuanto le puedo amar y por eso prefiere no pensar, real, porque mi corazón lo lleva y por eso nunca estará en mi mundo imaginario y surralista, borracho, porque confunde la media naranja con el limón medio y no para de tomar tequilas.
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