10/2/08

MI CUIDAD O CIUDAD


Entro de noche a mi ciudad, donde me esperan o me eluden, donde tengo que huir de alguna cita, de lo que ya no tiene nombre.

En mi ciudad hay un canal que la corta por el medio, y barcos sin mástiles pasan hacia un destino que conozco pero que olvido al regresar, hacia un destino donde nadie se embarca, donde se está para quedarse, aunque los barcos pasen y desde el puente alguien esta mirando mi ciudad.




Mi ciudad es hoteles infinitos y siempre el mismo hotel, con puertas que no dan a nada, que dan a otras habitaciones donde hay más puertas y hay que entrar y seguir.
Mi ciudad es duchas incontables, sin cerrojos, donde debo bañarme pero no hay toallas ni donde dejar la ropa, porque a veces estoy vestida en mi ciudad.
Mi ciudad es un ascensor, casi siempre hay un ascensor donde el miedo ya empieza a coagularse, pero otras veces está vacío y yo debo viajar interminablemente, hasta que deja de subir y abajo se abre la ciudad y crece el vértigo.

Y hay que salir del ascensor o buscar una ducha porque sí, sin razones, porque la cita es una ducha y no es la cita. Buscar la ducha siempre sin toalla.

Entro sin saber cómo en mi ciudad y salgo a calles o casas y sé que no es en mi ciudad, mi ciudad la conozco por una expectativa escondida, algo que no es el miedo todavía pero tiene su forma y su perro.

Pero es mi ciudad cuando es su noche y plantan en mí el deseo, llegar a donde es necesario, la calle que serpea, que me lleva al encuentro de eso que no sé.

Andaré por mi ciudad y entraré en el hotel o del hotel saldré a la ducha o contigo estaré en el ascensor.

Porque contigo yo he bajado alguna vez a mi ciudad, y he querido tenerte contra mí, guardarte del espanto, pero nos separaban tantos cuerpos y entre un confuso movimiento no he podido seguirte...he luchado hasta estar sola y saber que gritabas y gritabas perdido en mi ciudad, tan cerca e inhallable, para siempre perdido, y eso era el perro, era la cita, separados por siempre en mi ciudad donde no había hoteles para ti ni ascensores, ni duchas.


Alguien se acerca sin hablar para apoyarme un dedo en la boca...


Porque en algún momento ya no hay barco, todo es andén y equivocados trenes, las perdidas maletas, las mil vías y los trenes inmóviles que se desplazan.
Hay que cruzar el charco para encontrar el tren y las maletas se han perdido y nadie sabe nada, todo es olor a brea, hasta trepar a ese vagón y recorrer un tren que no termina nunca.
Y habrá que andar hasta el final del tren porque en alguna parte habrá que encontarse, sin que se sepa quien...y se han perdido las meletas, y tu...estás también en la estación pero tu barco es otro, tu perro es otro perro, tu hotel, tu ducha, tu ascensor son otros.

No nos encontraremos, te perderé, otra vez.

Desnuda correré por entre gentes durmiendo en los vagones donde las cortinas ocultan mi ciudad.


(Mi amor al maestro que me-nos permite el placer de ofrecernos modelos para armar. Gracias Julio.)

2 comentarios:

__ dijo...

Deja que se pierdan las maletas por una larga temporada y vive tu nueva ciudad con la Vespa.
Que te vaya bien, Ignacio

Anónimo dijo...

Bravo!

Mi planeta es tu planeta (por si te cansas de la ciudad)!

Besos y magia,
K